fbpx
El cáncer de mama en perros y gatos, ¿qué es necesario saber?

Puesto que esta semana se ha conmemorado el Día Internacional de la lucha contra el Cáncer de Mama, queremos aprovechar la ocasión para contaros un poquito más sobre esta enfermedad en nuestros animales. ¡No te lo pierdas!

¿Cuál es la incidencia de los tumores mamarios en perras y gatas?

Los tumores de mama son las segundas neoplasias más comunes tras los tumores de piel, por lo que siempre que exploremos algún animal en la clínica, debemos palpar las cadenas mamarias, para detectar posibles nódulos, por pequeños que sean, y así poder analizar ese tumor lo antes posible y establecer el tratamiento más indicado. Aunque es más habitual en perras, los machos también pueden padecerlo, aunque en un porcentaje de un 1-2,5%, frente al 52% de las hembras. La posibilidad de que un tumor sea benigno o maligno es similar, de un 50%.

En el caso de las gatas, son más frecuentes los tumores malignos, siendo un 80-90% de los casos. La edad media de presentación es de 10-12 años, ya que aumenta el riesgo de aparición según aumenta la edad. La gran mayoría de estos tumores son carcinomas de alto grado, con un comportamiento biológico agresivo, por lo que en ellas es aún más importante la detección temprana, acompañada del tratamiento quirúrgico.

¿En qué perras y gatas es más común?

El riesgo de padecer tumores mamarios aumenta a partir de los seis años de edad, y es progresivo hasta los diez años aproximadamente. En perras jóvenes, hay mayor incidencia de tumores benignos o hiperplasias mamarias, en vez de tumores malignos. En el caso de perras no castradas, castradas después de los 2 años, o del cuarto celo, la probabilidad de aparición se ve aumentada. El riesgo de que una perra presente un tumor mamario es del 0,5 % si se esteriliza antes del primer celo, de un 8 % después del primer celo y del 26 % después del segundo celo.

En las gatas, hay 7 veces más riesgo de desarrollar cáncer de mama en las que no están castradas, disminuyendo un 91% si se esterilizan antes de los 6 meses de edad, un 86% si es antes de los 13 meses y un 11% antes de los 24 meses de edad.

En las perras, pocos tumores mamarios malignos son mortales, no siendo así en el caso de las gatas, en las que los tumores son muy agresivos, extendiéndose localmente y a otras partes del cuerpo.

Los tumores de mama son hormono-dependientes

Como ya hemos comentado, uno de los factores que pueden aumentar el riesgo de aparición de estos tumores es que la perra o gata no esté castrada, de ahí que estos tumores sean hormono-dependientes. Hembras a las que se administra algún tratamiento reproductivo, como los productos para evitar el celo, también tienen un mayor riesgo de padecerlo.

Signos clínicos de los tumores de mama

Como recordatorio anatómico, comentar que perras y gatas presentan dos cadenas mamarias, siendo lo habitual en perras presentar cinco pares de mamas, mientras que las gatas tienen cuatro pares. El signo clínico más evidente es el desarrollo de un nódulo más o menos grande, alrededor de una o varias mamas. El tamaño puede variar de unos pocos milímetros, a masas muy grandes que involucran varias mamas.

Otros signos clínicos son la tumefacción y/o secreción de la glándula mamaria afectada, dolor a la palpación, ulceración de la piel, incluso malestar, pérdida de apetito y debilidad. Cuando no se acude a la clínica veterinaria al comienzo de la aparición del tumor, es habitual que este siga creciendo, lo que conlleva una mayor inflamación de la masa, y su ulceración, lo que tiene un peor pronóstico.

Los tumores de mama pueden metastatizar a otras partes del cuerpo, como el pulmón, ganglios linfáticos, y órganos abdominales, por lo que si eso ocurre podremos observar otros signos clínicos relacionados con esos focos de metástasis, además de que empeora el pronóstico.

Diagnóstico y tratamiento de los tumores de mama

Una vez realizada la exploración y detectado uno o varios nódulos o masas en las mamas, el veterinario recomendará realizar una analítica de sangre, para comprobar el estado general del animal, así como pruebas de imagen, entre las que no pueden faltar radiografías de tórax y ecografía de abdomen. Además, siempre debemos preguntar si la perra o gata está castrada, y si no lo está, se recomienda realizar la ovariohisterectomía en la misma intervención que la extirpación de la mama o mamas afectadas.

El tratamiento es quirúrgico, y se debe hacer lo antes posible, para evitar que las masas crezcan y la cirugía tenga que ser más agresiva. El tipo de mastectomía dependerá del número de nódulos o mamas afectadas, su tamaño, si están ulceradas o no, etc. Posteriormente a la cirugía, se deben analizar histológicamente las muestras de tejido, para determinar el tipo de tumor.

La recuperación de las perras y gatas dependerá de si la cirugía ha sido más o menos invasiva, pero siempre es necesario un buen manejo y control del dolor, con la administración de analgésicos, antiinflamatorios, y antibióticos. Dependiendo del tipo de tumor, será necesaria o no la quimioterapia, lo que será pautado por el veterinario oncólogo.

¿Sabes de qué manera puedes detectar en su fase inicial un posible tumor de mama? ¡Acariciando a tu perra o gata! En nuestros momentos de mimos con ellas, podemos aprovechar a palpar su piel, y detectar posibles cambios, bultos, protuberancias, nódulos, etc, y así ante la mínima sospecha, pedir cita con nuestro veterinario lo antes posible.

Como con cualquier patología, ¡siempre debemos promover un diagnóstico precoz!