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Los animales también pueden padecer cáncer, ¿cuáles son los tumores más frecuentes?

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Al igual que nosotros, la esperanza de vida de perros y gatos es cada vez mayor: existe más concienciación sobre la prevención de enfermedades, se visita más al veterinario, se ofrece un alimento mejor, existen tratamientos y fármacos que hace años no existían, etc… Por todo ello, tenemos la enorme suerte de poder vivir más años acompañados de nuestros compañeros de cuatro patas, pero eso también supone un aumento de patologías asociadas al envejecimiento: artrosis, disfunción cognitiva, pérdida de visión, diabetes, y cómo no, el cáncer.

Por ello, queríamos aprovechar para dar a conocer los tipos de tumores y cáncer más frecuentes en perros y gatos, conocerlos es el primer paso para identificarlos, así que ¡muy atentos!

Tumores benignos: Lipoma, papiloma e histiocitoma.

Si de repente le notas a tu perro un bulto en la piel que antes no estaba ahí, ¡al veterinario! Normalmente será alguno de los tumores benignos que vamos a contaros a continuación, pero nunca debemos dejarlo pasar, ya que la única manera de saber qué tipo de células contiene la masa, es mediante pruebas como la citología o la biopsia, y para ello, debemos visitar al profesional de la salud animal.

Los lipomas son los tumores cutáneos más frecuentes. Son acumulaciones de grasa que se forman en la capa externa de la piel, no causan ningún problema de salud, y normalmente el veterinario no recomienda quitarlos.

Los papilomas tienen su origen en el virus papilomavirus, y es frecuente que afecten a cachorros o perros jóvenes. Aparecen “verrugas”, frecuentemente en la zona oral, que remiten de forma espontánea en pocos meses. No se suele recomendar la cirugía para eliminarlos, a no ser que por su localización produzcan dolor, impidan una correcta masticación del alimento, o que aparezcan papilomas en un número muy elevado y resulte incómodo para el animal. Aunque desaparecen sin necesidad de tratamiento, es importante controlar su evolución, por si pudieran cambiar haciéndonos sospechar de otro tipo de patologías más agresivas.

Los histiocitomas son neoplasias benignas, y su aparición es muy común en la especie canina. Suelen aparecer en animales jóvenes, menores de 4 años, y frecuentemente remiten de manera espontánea. Para diferenciarlo de otras masas benignas, el histiocitoma aparece de forma aguda, crece rápidamente, y es característico su color rosado o rojizo.

Como los papilomas, también desaparecen sin necesidad de intervención, aunque tendremos que vigilar su evolución, especialmente observando que el tejido no se ulcere.

Carcinoma de células escamosas.

Este tipo de neoplasia se asocia con la exposición al sol, de ahí que sea más frecuente en animales que viven en la calle o están continuamente expuestos a la radiación solar, y además aparece con más incidencia en animales blancos, o en zonas despigmentadas.

Es un tumor maligno, cuya localización habitual es la cabeza, y dentro de ella, las orejas, nariz, labios y párpados. Ya que es un tumor agresivo que se va extendiendo a los tejidos de alrededor, es fundamental acudir al veterinario ante la mínima lesión.

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Mastocitoma.

Es el segundo tumor cutáneo más frecuente, por detrás del lipoma. Su diagnóstico es relativamente sencillo, son masas únicas o múltiples, que aparecen con mayor incidencia en el tronco y extremidades, pero también en cabeza, cuello, incluso escroto y región perineal. Son lesiones pruriginosas, que aumentan y disminuyen de tamaño, pueden cambiar de forma y tienen un ritmo de crecimiento variable.

Dentro de los mastocitomas existen diferentes grados de malignidad, y para su diagnóstico la clave es el estudio citológico. El tratamiento dependerá del tipo de tumor, pero suele ser necesaria la cirugía y la quimioterapia.

Osteosarcoma.

Se estima que el 85 % de los tumores malignos de hueso son osteosarcomas, siendo así el cáncer de hueso primario más común en el perro.

Las razas grandes y gigantes son las que más predisposición tienen a padecerlo, pero aún así, debemos sospechar de osteosarcoma ante cualquier cojera que no responda al tratamiento inicial, o en casos de inflamaciones que no remitan. Para diagnosticarlo es fundamental la toma de radiografías. Al ser un tumor maligno, su diagnóstico precoz es clave para aumentar la supervivencia del animal. La amputación de la extremidad y la quimioterapia son eficaces para frenar la diseminación del tumor y mejorar la calidad de vida del animal, ya que es un tumor muy doloroso.

Linfoma.

Tiene su origen en el tejido linfático de los ganglios, es el tercer tumor maligno más frecuente, y su causa exacta es desconocida, aunque se asocia a factores genéticos, inmunológicos y víricos, como en el caso de gatos con leucemia felina.

Los síntomas son inespecíficos y varían según la forma de presentación: multicéntrica, mediastínica, digestiva o extranodal. Cualquier órgano puede verse afectado por un linfoma, así que una buena exploración y realización de pruebas complementarias es clave para el acercamiento al diagnóstico de linfoma.

La única manera de confirmar o descartar el linfoma es mediante citología y biopsia de los tejidos afectados, y una vez asegurado el diagnóstico hay que tratar con quimioterapia, ya que es un tumor maligno muy agresivo, con poca esperanza de vida sin tratamiento.

Al ser muchos los tipos de cáncer que pueden afectar a nuestros animales, con sintomatologías muy variadas, recomendamos que ante cualquier sígno que nos haga sospechar: bultos en la piel, pérdida de peso, cojera, pérdida de apetito, etc… acudamos lo antes posible a nuestro veterinario.

La rapidez en el diagnóstico marca la diferencia en la esperanza y calidad de vida de nuestro mejor amigo, y seguro que quieres disfrutar del máximo de años junto a él, ¿verdad?