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La llegada de la oruga procesionaria se adelanta cada año

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Y es que, se está produciendo un fenómeno importante de comentar: debido al cambio climático, cada vez vemos a estas orugas con mayor antelación. Tanto es así, que este año a principios de Febrero, las orugas más prematuras han descendido de sus nidos, creando alarma entre los amantes de los perros.

Por eso, en el artículo de hoy queremos que conozcas un poco más a este insecto, y la patología que produce en nuestros animales. ¿Te interesa?

La oruga y su ciclo biológico.

La oruga del pino o procesionaria (Thaumetopoea pityocampa) es un insecto lepidóptero, cuyo cuerpo está cubierto de pelos urticantes, que contienen una toxina llamada thaumatopina, responsable del cuadro clínico.

Para entender el carácter estacional de esta patología asociada a la procesionaria, es importante conocer el ciclo biológico de este insecto. Lo primero es saber que estas orugas son una fase larvaria, y se convertirán en una mariposa adulta.

Por tanto, podemos decir que el ciclo comienza cuando aparecen las mariposas a final de verano, los machos fecundan a las hembras, y estas últimas son las encargadas de depositar los huevos en las agujas de los pinos. En torno a 4 semanas después, de los huevos salen las larvas, que irán pasando por diferentes estadios larvarios, hasta llegar a la oruga que conocemos. Tras su nacimiento, comienzan a alimentarse del árbol en el que se encuentran y crean pequeñas bolsitas de seda para protegerse. Una vez llegan al estadio larvario 3, ya tienen capacidad urticante, y se encargan de construir el nido característico donde se alojan todas, y en el que pasarán el invierno protegidas.

El momento clave del ciclo llega con la subida de las temperaturas, que estimula el conocido como “reflejo de enterramiento”. En este punto las orugas salen del nido, y es el único momento en el que abandonan el árbol. Guiadas por una oruga (que será una mariposa hembra en su etapa adulta), todas las orugas forman una fila en forma de procesión, de ahí el nombre de procesionaria, con el fin de buscar el lugar idóneo para enterrarse y continuar su ciclo. Una vez enterradas, pasan por el estadio de pupa y crisálida, y será al final del siguiente verano cuando eclosionen y salgan al exterior en forma de mariposa adulta, la cual vivirá solamente uno o dos días, iniciando de nuevo el ciclo.

Para los perros, el momento en el que se mueven en hilera es muy llamativo, de ahí que esa curiosidad sea la responsable de los casos de intoxicación por procesionaria en ellos.

¿Qué síntomas podemos observar en nuestro perro?

Normalmente tras el contacto, los síntomas se concentran en el hocico y la boca, debido a la tendencia natural del perro de curiosear, olfatear o coger aquello que le llama la atención, en este caso la oruga. Es importante recordar, que no solo el contacto con la oruga produce reacción, también el propio nido, o los pelos que hayan sido desplazados por el viento.

Así, los síntomas que podemos apreciar son hipersalivación, inflamación y úlceras en la lengua, cambio de color de la lengua a rojizo, morado o negro (necrosis), nerviosismo, intentos de rascarse la boca, problemas al respirar, irritación e inflamación de la piel, incluso reacción alérgica grave. Si la afectación de la lengua es grande, el perro puede perder parte de ella. No es lo normal, pero en algunos casos el animal puede tragarse a la oruga, lo que desencadena una reacción inflamatoria tan grave, que puede llegar a provocar asfixia, y por tanto comprometa gravemente la vida del animal.

¿Qué podemos hacer si nuestro perro contacta con una oruga?

Si sabemos que nuestro perro ha lamido una oruga, rápidamente debemos acudir al veterinario para que ponga en marcha el tratamiento adecuado. Aún así, también podemos ayudar a nuestro mejor amigo con algún truco casero de camino a la clínica, como lavar la zona con agua templada y vinagre, ya que desactiva la toxina y disminuye el daño causado por ella. Lo que nunca se debe hacer es frotar la zona, ya que eso provocaría la liberación de más sustancia tóxica, por lo que en vez de ayudar a nuestro amigo perruno, estaríamos amplificando aún más el daño ocasionado. A las personas también nos afecta el contacto con los pelos urticantes, produciendo dermatitis o reacciones alérgicas, así que ¡cuidado!

En cuanto al tratamiento médico, nuestro veterinario valorará según el caso, pero en general es necesario el uso de corticoides de acción rápida asociados con antihistamínicos, incluso se pueden administrar inyecciones locales de corticoides en la lengua previa sedación del paciente. Además, suele estar indicado el uso de antibióticos y protectores gástricos, y en casos graves puede ser necesaria la hospitalización.

La mejor prevención, evitar la exposición a la oruga.

No hay duda de que si no queremos que la procesionaria se cruce en nuestro camino, lo mejor es evitar pasear por zonas de riesgo, como pinedas o zonas cercanas, en los meses en que la oruga desciende del árbol, además de procurar que nuestro perro vaya siempre atado, para así poder controlar a qué se acerca. En las ciudades también puede haber zonas con pinos, así que si ves los típicos nidos en los árboles, debes avisar a las autoridades pertinentes para que procedan a su control.

¿Te has cruzado ya con alguna de estas “procesiones”? Sigue disfrutando de los paseos junto a tu amigo perruno, pero ¡ten mucha precaución!

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