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Tipos de transportines, ¿cuál es el más indicado para mi gato?

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Es necesario para acudir al veterinario, viajar, incluso puede ser el lugar perfecto donde echarse una siestecita dentro de casa. Sea como sea, en todo hogar gatuno es un objeto imprescindible, y por ello, debemos conocer los pros y contras de cada uno de los modelos diferentes que podemos encontrar en el mercado, ya que no todos son iguales a nivel de comodidad y seguridad. Cuando vamos a comprar un transportín, tantos colores, diseños, materiales, formas,… pueden hacer la elección difícil, por eso, en resumidas cuentas, debemos dejar a un lado lo bonito del exterior, y adquirir el más cómodo y seguro.

En este artículo queremos repasar algunos aspectos a tener en cuenta para elegir el mejor transportín para nuestro compañero felino, ¿te quedas con nosotros para descubrirlos?

La elección del material, muy importante.

Tanto por seguridad, comodidad e higiene, el material importa, y mucho. Mimbre, tela, plástico blando, plástico duro, mezcla de varios materiales… no todos pueden limpiarse tan a fondo ni son igual de prácticos.

El transportín ideal debe de poder limpiarse fácilmente y en profundidad, tanto para eliminar orina, heces, sangre, virus, bacterias, etc, como para eliminar feromonas de alarma, u olores desconocidos para el animal que hayan podido quedar impregnados tras el uso. El material que mejor facilita su limpieza es el plástico duro, ya que es un material lavable, y que permite el uso de jabones y desinfectantes sin que se estropee.

Aunque el plástico es un material no biodegradable, un transportín bien cuidado puede durarnos perfectamente durante toda la vida del animal, ¡o más! Así que su uso tan a largo plazo, junto al resto de ventajas (limpieza, seguridad) justifica que en esta ocasión nos decantemos por este material.

Mejor si es rígido.

Un transportín blando, cuya base no ofrece estabilidad al gato, y cuyas paredes continuamente caen encima de él por el movimiento, no es lo más aconsejable. Los transportines rígidos protegen mejor al gato y garantizan más su estabilidad. No obstante, si queremos que nuestro gato vaya más cómodo aún siendo rígido el transportín, podemos acolchar el fondo con alguna toalla o mantita.

Además, a la hora de viajar, la normativa de seguridad indica el uso del transportín rígido, por lo que sería otro motivo fundamental por el que comprar este tipo. Si viajamos en coche, el lugar más seguro para colocar el transportín es el suelo de los asientos traseros.

Mucha innovación en cuanto a la forma, pero lo práctico es “lo de toda la vida”

Sí, hoy en día el transportín ha pasado de ser ese típico accesorio no muy decorativo, a otro que en algunos casos, puede parecer de diseño. Los hay que parecen bolsos, otros mochilas con una ventanita para que el gato asome la cabeza, de mil colores y estampados, con comederos y bebederos incorporados, con cremalleras que hacen que aparezcan más compartimentos, etc.

Pese a esta evolución, el más práctico es el típico transportín que permite separar la bandeja inferior de la superior, que tiene una puerta rígida, y que cuenta con orificios para su ventilación. Si la parte superior se puede desmontar, durante las visitas a la clínica veterinaria, ofrece la posibilidad de explorar al gato sin forzarle a salir de su espacio seguro. Muchos gatos tienen miedo, y salir del transportín les supone un estrés terrible, por lo que de esta manera, el gato puede permanecer en la base de su transportín, mientras que el veterinario realiza la exploración, le vacuna, extrae sangre, etc.

El método de apertura, ¡de gran importancia!

Hay transportines que se abren con cremallera, pero puede ser peligroso, ya que hay gatos que odian el transportín y quieren salirse continuamente, por lo que este tipo de apertura ralentiza el cierre. ¡Incluso algunos gatos muy inteligentes son capaces de abrirlo! Las puertas rígidas, que se pueden cerrar rápidamente, y con cierres que eviten fugas, son la mejor opción.

¡Cuidado con el peso!

El transportín tiene que ser rígido y robusto, pero a la vez ligero. Una vez que el gato esté dentro y tengamos que transportarlo, la suma de ambos pesos puede ser difícil de manejar si no contamos con mucha fuerza. Algunos transportines tienen ruedas, pero el ruido que producen al contacto con el suelo podría asustar y estresar al gato.

¡Asegúrate de que las dimensiones son suficientes!

Algunos transportines son muy pequeñitos, y mientras que el gato es cachorro no hay problema, pero enseguida crecerá. El gato tiene que caber bien en el interior del transportín, poderse tumbar, darse la vuelta, ponerse de pie, etc, así que siempre es mejor visualizar el tamaño adulto y comprarlo en base a ello.

Como veis, si hacemos un resumen de todos los puntos expuestos, el transportín de plástico rígido con techo desmontable y puerta de rejilla representa una muy buena opción a la hora de transportar de forma segura a nuestro amigo felino. Además, si cubrimos el transportín con una manta, proporcionaremos al gato tranquilidad, lo que hará su estancia en ese pequeño cubículo menos estresante.

¡Esperamos que estos consejos os hayan resultado útiles!

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